Ya hemos hablado de Cornelia Parker en anteriores ocasiones, pero esta vez, en Ivorypress, comparte espacio con Conrad Shawcross, otro artista británico que nos demuestra que la isla, sigue exportando talento de generación en generación. Otra de las exposiciones en Madrid que hay que visitar, (¡ojo! hasta el 12 de noviembre)
¿Por qué recomienda el faro esta doble muestra en Ivorypress? Porque cuando el faro escucha, y esto sucede a menudo, que hoy el arte tiende a lo grandilocuente y a lo exibicionista no puede evitar la pataleta, ¡Qué no! ¡Qué no! ¡Qué no! que hay de todo…como en botica, y aunque nada tiene de malo la frivolidad creativa, tanto Cornelia Parker como Conrad Shawcross son buen ejemplo de un arte cuidado en idea y en forma, elegante, sorprendente pero comedido, discreto pero de alto impacto.
Acababa de volver de Nueva York cuando tuve la oportunidad de entrevistar a ambos artistas en las salas de Ivorypress. Cornelia Parker, (1956) cuya trayectoria ha sido ampliamente reconocida dentro y fuera de Inglaterra, esgrimía la naturalidad de quién observa su obra por primera vez. Esto sencillamente me maravilló, pocas veces puedes ver al artista explorando su propia obra.
En «Verso» Cornelia Parker propone una nueva mirada a los objetos más modestos de nuestra existencia, porque esos objetos, vistos con nuevos ojos, adquieren una relevancia que la rapidez de la vida les negó durante años. ¿Puede una tarea sin vocación artística dar lugar a un objeto artístico? No es una pregunta con trampa, ni un acertijo Dadá, es una duda razonable que Parker contesta con el despliegue de su obra.
«Verso» se compone de fotografias realizadas por la artista a la parte de atrás de los cartones que servían como muestrario de botones en un museo. Ni rastro de los botones pero sí podemos ver el trazo del hilo que los mantuvo durante años unidos a su cartón. ¿Quién prestaba atención a esto? Nadie, porque eran las partes de atrás, pero Cornelia Parker ha sabido ver una segunda vida en ellas, una abstracción que reflexiona sobre las dos caras de las cosas y de la vida. Curioso, algunas de estas tarjetas por delante eran idénticas, con los botones cosidos y distribuidos de igual forma, es por detrás donde, según explica Cornelia, se ve la personalidad de las personas que los cosieron. Puede parecer raro, pero es hermoso, fíjate, siempre me hicieron gracia las chaquetas reversibles, ¿Por qué no obras de arte reversibles? ¡Bien visto Cornelia!
Por su parte, Conrad Shawcross, (1977) actualmente el miembro más joven de la Royal Academy, muestra en el piso inferior de Ivorypress estructuras de broce y metal que como el propio artista me explicó, las obras que componen esta muestra, no tienen intención de evocar nada concreto en el espectador, sino de dejar que su mente las siga en la dirección que elija en base a su ritmo interior. Es decir, lo que sugieren estas escultural para el artista son una investigación mientras que para el espectador son pura sugestión…¿O acaso las sombras en la pared tienen nombre, o principio, o fin? La mayoría de la veces se expanden llevándonos de una historia a otra. Pues así entendí yo las esculturas de Shawcroos, respetuosas en su silencio pero con vocación de ser infinitas. Algunas de ellas, incluso funcionan como máquinas cinéticas que juegan con la luz en el espacio expositivo.
Volviendo al tema de Nueva York, hecha un vistazo a este brevísimo video.
Efectivamente, pude preguntar a Cornelia sobre su instalación que recrea la famosa obra de Edward Hopper. Parker me explicó con cordialidad que esa casa representa los símbolos que por sus profundas raíces evocan siempre sensaciones similares, incluso cuando están descontextualizados. Estados Unidos está plagado de símbolos que trascienden sus fronteras gracias a los medios de comunicación ( hace dos décadas hablaríamos de Medios de Comunicación de Masas, hoy en cambio, los medios son casi a medida del consumidor) ¿Pierden por ello fuerza los símbolos? yo creo que no.
Vamos a realizar el recorrido metal, cuando Hopper pintó esa casa que había sacado de un modelo real, creó un símbolo que él y su generación eran capaces de leer, una determinada construcción de Nyack, un pueblo costero de Nueva York. Pero, ¡atentos! Hopper se recrea en esas arquitectura con mansardas francesas que esconden un misterio que para él eran un símbolo de Europa.
Años después, Alfred Hitchcock, que venía de Londres a Estados Unidos, se inspiró en esa casa para residencia de su protagonista en «Psicosis». La casa pasó a ser símbolo de algo siniestro.Esa vía del tren que en la obra de Hopper separa la casa del espectador que está fuera del cuadro y que da a entender que nadie se detiene en la casa, es sustituida en «Pisicosis» precisamente por el motel de Norman, un lugar para detenerse. Así la casa y su historia cobran otro sentido. Pues bien, la casa instalación de Cornelia Parker acumula toda esa simbología y en mi opinión añade una nueva, y esta es la idea de que los símbolos funcionan como resortes que mueve nuestra percepción del mundo, y nos hacen sacar conclusiones de una forma completamente emocional. ¿Conviven en Europa y en América los viejos y los nuevos símbolos? ¿Cuál predomina? Si nos fijamos en las campañas electorales, y estas están a la orden del día, podemos ver que como sucede en el arte, un símbolo puede expresar más que mil palabras…y aquí lo dejo, ahora te toca a ti darle una vuelta.