A su regreso de Nueva York el faro se sentó a escribir, se sentía agitado. En su mente danzaban las vivencias de su última aventura y quería compartirla con todos los que disfrutan con él del arte, tanto en las Visitas Guiadas en Madrid como a través de las redes sociales.
Todos tenemos una imagen de Nueva York, hayamos o no estado, pero ¿Qué ofrece esta ciudad hoy? Dejamos esta pregunta en el aire para responderla enseguida.
Aquí despliega el faro su reciente vivencia en Nueva York en ocho capítulos. Aquí tienes los tres primeros. El resto se irán desvelando en dos próximos artículos. Pero ¿Y el asesinato? Aún no doy crédito, este faro se vio envuelto en un inquietante suceso que también te contaré y del que al final de este post te doy la primera pista que tiene nombre de mujer.
Capítulo primero.Manhattan helado. Nieve, viento, temperaturas bajísimas, un frío en ocasiones difícil de soportar pero días luminosos. Ese frío canalla me llevó de museo en museo renunciando a paseos y a visitas a galerías como sí compartí en anteriores ocasiones. El paso de diciembre a enero dejaba preciosas estampas de la ciudad, dónde la actividad continuaba a pesar del infame clima.
Esta es la tercera aventura en Manhattan dede que encendí el faro, aunque en esta ciudad cada estancia es sorprendente en sí misma. Lo único mundano que permanece es una pastelería india en las esquina de la 97 West cuyo nombre lo cubre un perpetuo andamio. Por lo demás cada día, el desfile de la vida en Manhattan es inédito. Despertar en Uptown, comer en Downtown , pasear por el Village, el Soho, cenar en Tribeca. Una coreografía frenética y hermosa de la que cada uno de los que estamos allí formamos parte.
Camina, no corras.Central Park siempre vivo. La ciudad se refleja sobre la nieve. Cada mañana, cada tarde, cruzar el parque charlando me insuflaba una genuina alegría difícil de describir.
Fuegos artificiales Y así, a 15 grados bajo cero, arropados por el centelleo y la histeria de fuegos artificiales despedimos 2017 y recibimos al año que ahora tan bien nos ocupa. 2018 llegó sonando a percusiones estelares y sirenas de bomberos. Emocionados, amigos y desconocidos nos abrazamos y saludamos con efusión y esperanza antes de acudir cada uno a su festejo. A la mañana siguiente, la calle y el pequeño jardín atlántico de nuestra casa victoria despertaba entre confites mojados y el olor de los cafés.
*Recuerda que puedes consultar otros momentos de arte y vida en Twitter @FaroHopper siguiendo el hashtag #NYconarte
Capítulo segundo. Hockney, un caballero inglés en Nueva York. Además de volver a disfrutar de las obras maestras del Metropolitan Museum, quise recorrer con calma la exposición temporal en torno David Hockney, un artista en activo.
En sus grandes formatos y retratos dobles de sus amigos, David Hockney hace que el color y la luz nos inviten a dejarnos querer por esas historias que viven dentro del cuadro, pero que sabemos que continúan fuera.
En ocasiones Hopper y Hockney me recuerda el uno al otro. Ambos retratan momentos reales, con cierto halo de intriga sostenida… que parece no concluir. Aunque el anonimato es palpable en Hopper, porque sus personajes son casi siempre desconocidos, mientras que los personajes de las obras de David Hockney son personas reales de su círculo vital, escritores, artistas, críticos de arte, periodistas. En un intento de huir del frío implacable quise tirarme a una de las emblemáticas piscinas, quitarme la ropa, nadar, sentir el agua. El mismo cuadro me lo pedía, porque el arte estimula el deseo sensorial. Pero,vi la huella en el agua de que alguien había ya saltado desde el trampolín, ¿Quién seria?
Los colores planos y la colocación de los personajes en sus retratos dejan ver la destreza de Hockney a la hora de componer la escena y el detalle que exige a su mano al dibujar. Por ejemplo, en este doble retrato de 1971. Entramos en el interior del apartamento de los Clark (Celicia y Ossie, ambos diseñadores) David Hockney retoca la cabeza y rostro del marido hasta el 19 ocasiones. La obra tiene ecos intencionados de «El matrimonio Arnolfini» de Jean van Eyck, porque, como al maestro flamenco, lo que le interesa a Hockney es narrar la relación que existe entre ambos personajes.
Mientras que las flores siguen significado pureza, el gato (llamado Percy) que sustituye al perrito de los Arnolfini cambia el rumbo de esta historia. El perro dejaba latente la intención de fidelidad en la tabla de van Eyck mientras que el gato indica que Ossie, el marido, continuará con sus infidelidades, lo que acabó con el matrimonio cuatro años después de este retrato.
Otro detalle que refleja la psicología de los personajes a través de gestos aparentemente inocentes es el hecho de que que Ossie esté descalzo y entierre gustoso sus pies en la alfombra de pelo. Esto da fe de nuevo de su carácter en exceso hedonista. Suena el teléfono blanco junto a Ossie, nadie parece atreverse y entonces cojo yo. Era David Hockney preguntándome si estaba disfrutando su exposición. Estas mezclas de arte y realidad vienen de mi labor como Gestora y Consultora Cultural, en la que participo en diseño y comunicación de nuevas fórmulas expositivas y de mejora de la relación del público con el arte. No se ha pintado culo capaz de escandalizar al faro. Aquí, Hockney está utilizando el cuerpo y la cama (ilustres posaderas incluidas) para estudiar las tres dimensiones dentro de un lienzo. Tintoretto lo logró con sus suelos y arquitecturas como en «El lavatorio de pies» en nuestro Museo del Prado. Aquí se trata de que los puntos de fuga pasen por un relato más de nuestro tiempo.
En sus retratos dobles, David Hockney, trabaja como testigo de momentos cruciales de una realidad cotidiana, sin embargo esa realidad no siempre existe, no es tan tensa como el la pinta, es Hockney quién estira la cuerda. Son momentos modernos que responden a un concepto de un posado clásico, un posado que busca la eternidad. La imagen es muy nítida, el color brillante y podríamos decir que las personalidades que aquí vemos están esperando su momento para actuar.
Esta pintura la ideó Hockney a partir de fotografías superpuestas. Dos historias en una ¡Qué gran capacidad de intrigar!«American Collectors» son Fred y Marcia Weisman, matrimonio de coleccionistas en el jardín de su casa en Los Ángeles. Detrás de Marcia, muy minimalista en bata rosa, vemos una escultura del británico Henry Moore. David Hockney trata a la propia pareja como si fuesen piezas de su propia colección, tal vez este hieratismo, hizo que Marcia se negase a colgar el retrato.
En su etapa en California, encuentra Hockney la luz que la naturaleza le negaba en Inglaterra. Una nueva luz que matiza los colores, una luz que mezcla la calma del Océano Pacífico y las altas temperaturas. Muy distintas a las luces cambiantes, húmedas y violentas de las costas atlánticas.
Entramos en las raíces familiares del artista
Hockney pinta a sus padres en otro estudio del comportamiento humano un años antes del fallecimiento de su padre. En este silencioso y emotivo retrato, su madre posa complacida, amable, se lo está tomando en serio, no en vano su hijo es un reconocido artista. Mientras, su padre, no mira a su hijo pero reconoce su admiración por su trabajo interesándose en asuntos que sabe complacen a David, y queda inmortalizado ojeando un libro sobre dibujos de Chardin.
Chardin, renovador del género de la naturaleza muerta, lo hizo menos pomposo, más apetecible y cercano. A David Hockney le encanta su pintura. En las Visitas Guiadas de arte de El faro de Hopper al Museo Thyssen, siempre nos paramos en una excelente pareja de obras de Chardin, y ahondamos en esas escenas de hogareño sabor.
Hoy, con más de 80 años, David Hockney permite que la vida le siga sorprendiendo y continúa con sus investigaciones en torno a los procesos pictóricos del arte antiguo y a las posibilidades de soportes digitales como móviles o tablets para generar obras de arte.
Ya en la colección permanente del Metropolitan, cogí fruta y otros objetos allá donde me eran ofrecidos. En algunas actitudes este faro es sencillamente incorregible.
Los ambientes de Hopper me atraen casi como si fuesen parte de mi propia historia, así como los bodegones del siglo XVII o los retratos de mis admirados Rembrandt y van Dyck sobre todo cuando hay turbantes, golas, pieles y boinas implicadas.
Resulta noble y tierno el perro que vive en este Fran Halls, artista que inspiró a van Gogh.
Déjame que te presente a Lucas van Uffel, comerciante flamenco afincado en Venecia, pintado en la etapa italiana de van Dyck. Fíjate en la viveza y elegancia de su mano en el gesto de levantarse.
Capitulo tercero- Fuera del MET el presente del arte evoluciona.
En una conversación con Michael Findlay, uno de los Directores de Acquavella Galleries comentábamos el papel del arte en la educación y cómo el sector del arte contribuye a enriquecer la vida en las comunidades, desde barrios, a asociaciones y ciudades. Un enriquecimiento social, creativo y económico. Soy consciente de que hacer que el arte forme parte activa de la vida de una sociedad es un camino lento, pero lo estamos haciendo con precisión y entusiasmo.
Me pregunto ¿Cuanto tiempo tiene que pasar hasta que ese hilo invisible que une una obra con el público se tense? Porque en esa tensión está la reacción emotiva e intelectual del espectador, y sin la reacción del espectador no obra de arte se apaga..
Michael Findlay es un hombre observador y con buena memoria de sus vivencias con los artistas con los que trabaja, ahí, cerca del Met Museum y de The Frick Collection, en el corredor del arte de Nueva York, y por cierto, retomando la pregunta ¿Qué ofrece hoy Nueva York?
Que Nueva York puede ser una ciudad dura, es una realidad, pues las comodidades y lujos que ofrece no siempre están al alcance de todos. Sin embargo, la ciudad está haciendo un esfuerzo por ralentizar y humanizar su propio ritmo, esa velocidad que la hizo tan famosa y atrayente.
Los símbolos del siglo XX ya no sirven para explicar Nueva York, ni los Yuppies ni la contracultura undergroung. ¿Sirven pues los del XXI? Los Hipster, a mi juicio, ya convertidos en «New ´90 guys» como me gusta llamarlos…ese tipo de chicos que conocí en los 90, cuando yo también era de los 90. Personas francas, con bastante luz, vida interior y curiosidad, pero hoy día con algo añadido, las imágenes. Las fotos de Nueva York en las redes sociales parecen más reales que el propio Nueva York.
El público joven acude a conciertos de Goospel en iglesias mientras los mayores de 65 se inscriben en cursos de internet o historia en la Universidad. Lo mejor es que ambos públicos se acaban mezclando y en muchas opciones coinciden en un mismo espacio o evento. Esto sucede también en Madrid, a mi me viene sucediendo cada vez más. Este encuentro generacional también es real en el arte, entre artistas y profesionales del sector de variadas edades, culturas y experiencias.
Dicho todo esto, te anuncio que se acerca el asesinato y por tanto la primera pista
Y entonces sentí un escalofrío…No estoy segura de si creo o no en esa clase de premoniciones pero fue ante aquella mirada, ante aquella indolencia insolente cuando supe que en el próximo museo iba a tener que estar alerta. ¿Había visto ella algo que yo debía saber? ¿Quién estaba pagando su silencio? ¿Era la niña Thérèse víctima o cómplice?, lo único seguro es que es ella, Thérèse Blanchard es la primera pista. y seguimos en el próximo artículo.
Por cierto, Balthus es un artista extraño, para algunos incómodo. Precisamente lo estamos explorando en las Visitas Guiadas de arte de Madrid. Entra en Visitas Guiadas y anímate a disfrutar del arte en directo con El faro de Hopper
Un comentario en «New York en 8 capítulos y un Asesinato. Primera pista»