En el arte, toda imagen suelen esconder una segunda intención.
¿Qué consideras hoy lo más delicado, lo más frágil? Cuidado, porque no necesariamente es lo más valioso.
Por ejemplo, en términos de delicadeza material, todo aquello que es irrepetible, por su diseño, por su proceso de fabricación artesanal y por el valor de sus materiales, podría considerarse lo más delicado.
Sin embrago, otras realidades intangibles como la salud, la amistad y el amor son fuertes y la vez frágiles ¡Por qué poco se pueden quebrar! y además son valiosos, pues los tres hacen la vida más brillante, y los tres son motivo de celebración.
Pero esas abstracciones que llenan nuestra vida ¿En qué las materializamos?
La mayoría de las veces en objetos. Esos objetos guardan en su forma y fondo la esencia de algunas de nuestras vivencias y me atrevería a decir, que en parte, son una prolongación de nosotros mismos; Por eso tendemos a cuidarlos, porque para nosotros son valiosos, incluso al margen de su precio.
En Nueva York, un guante de piel se me cayó en el metro; ya habíamos pasado la barrera de seguridad que separa el andén del pasillo y de pronto lo vi, tirado y triste en el suelo del vagón vacío.
-¡Mi guante! Exclamé – ¡Era de mi madre!
Mi gentil acompañante no se lo pensó y sin tiempo a tomar aliento saltó hacia el vagón y antes de que las puertas se cerrase recuperó el guante
-¡Eres mi héroe!
Y hasta hoy (con el guante y con el caballero)
En estos días, en los que estar en casa supone al tiempo una losa y un privilegio, apuesto a que has revisitado aquellos objetos que te tren buenos recuerdos (fotografías, diarios, libros, regalos de seres queridos, manualidades de tus hijos o nietos, e incluso aquel objeto tan caro que adquiriste con esfuerzo e ilusión)
No veo nada de deshumanizado en buscar consuelo en nuestras cosas queridas, porque aunque muchas personas están ahora mismo luchando por su vida, individualmente, todos tenemos el derecho y te diría que hasta la obligación, de hacer de nuestro tiempo el más alegre posible.
Nuestro gobernantes actuales nos hablan de eso otro tan frágil; La economía ¡Y vaya si lo es! pues ese ente tan abstracto acaba siendo casi como una mano que aprieta y suelta nuestro cuello sin avisar. El dinero va y viene y no siempre de forma directamente proporcional a nuestro esfuerzo o audacia.
Aún así, no está todo perdido, sino no estaría yo aquí compartiendo contigo estos pensamientos que hoy me llevan a una obra rara, extraña por su belleza aparentemente frívola, pero como te dije al principio;
En el arte, toda imagen suelen esconder una segunda intención.
Sin más te dejo con la obra y enseguida te doy algunas claves
«Cesta de vasos» 1644 Sebastian Stoskopff
Eso de pintar una cesta con copas no es un motivo que Sebastian Stoskopff ( pintor barroco alsaciano) haya inventado como tema nuevo. Más bien, lo que hizo fue aislar uno de los tantos elementos que componían los abarrotados bodegones clásicos y aislarlo para darle así un nuevo protagonismo.
Este cesto de vasos es para el artista una experimentación, un campo de prueba para su destreza técnica, para mostrarnos su virtuosismo.
Observemos sin prisa el juego de luces y sombras. Los reflejos superpuestos de las copas opacas que vemos a través de las transparentes. Los volúmenes que juegan con la profundidad en las copas del primer plano que vemos de frente y también los pies de cristal que percibimos a través del entramado de la cesta. Incluso los bordes, los cantos de las copas, son tan finos que incluso se desdibujan
Produce cierto respeto ¿Verdad?
Sería un desafío para el pulso y el temple probar a sacar una copa de la cesta. Atreverse a romper esta composición en la que cada copa ha sido meticulosamente encajada por el pintor, casi oigo sonar el cristal.
Este, en apariencia intrascendente, naturaleza muerta planeta un reto al sentido de la vista: Emular el sentido del tacto
Una sinestesia (intercambiar los sentidos) que la pintura es capaz de lograr con su carácter de engaño, de mera ilusión. Pero no te dejes embriagar del todo, ya que esta belleza intocable que nos recuerda a un ramo de flores, encierra en realidad algunos peligros.
La cesta está custodiada por dos elementos.
A la derecha, casi al borde del mesado, vemos un capuchón de copa con decoración mitológica en la que el artista juega con los reflejos sobre la superficie de bronce.
A la izquierda, rompe la armonía el fragmento de una copa rota, mientras que otro de los cristales ha quedado junto a los pies de la copa central.
Esos bordes afilados como los de una cuchilla, tal vez advierten de que en lo material hay una trampa; La de olvidarte de ti mismo; Pues si dejas que lo que tienes te posean ¿Qué será de tí si esos objetos se rompen o se pierdan?
Cuando elegí explorar esta obra, que me trae buenos recuerdos de Estrasburgo, me pregunté ¿Cuáles son los objetos que amo? ¿Cuales me definen?
Y todos los que en silencio nombré llevan consigo estas tres cualidades:
Esfuerzo, Cariño y Belleza
Por eso creo que, cuidar nuestras cosas con mimo, sin venerarlas, es una forma de respeto hacia todo lo para nosotros es valioso, una forma de respeto hacia uno mismo.