– ¿Dónde están los niños? (pregunta la visita que acaba de entrar en el salón de los Balbi) ¿Jugando en el jardín?
– No (aclara Lady Balbi con satisfacción) …preferimos meterlos en un cuadro
– ¿Cómo meterlos en un cuadro? (se alarmó la visita)….¿Es que ya no se estila montar a caballo?
Exploremos 10 miradas llenas de ternura y juventud en lienzo y en foto.
1.Antonio van Dyck; revolucionario en el retrato de aparato, (retratos de reyes y nobles) que fue refinadísimo en sus retratos infantiles. Su delicado tratamiento de la piel, la frescura de su pátina y la originalidad compositiva (colocación de los personajes dentro del cuadro) deja memorables ejemplos plenos de detalles tiernos y divertidos. «Los niños de Balbi» (1626) (National Gallery Londres)
2. Bartolomé Esteban Murillo; ¿Qué pillería tramas muchacho? en la sonrisa de este niño se amalgaman la alegría de la infancia y una ligera tristeza por sus escasos recursos, sin embargo Murillo sabe llevarnos a lo más vital de este retrato. Murillo consigue un naturalismo ausente de patetismos exagerados. En vida, fue el artista español más valorado de Europa, sobre todo en Inglaterra. Su capacidad de hacer cotidiano lo espiritual convierte lo más sencillo en embelesador. Colores tierra, olivas, blancos y suave luz, para trasladarnos el torrente de vida que hay en este niño.
3. Robert Doisneau; antes de la existencia de revistas que difundiesen la obra de los fotógrafos, Robert retrataba el París de los años 30 y después el superviviente a la segunda guerra mundial. Aprendió a revelar leyendo las instrucciones de las cajas de emulsiones. Pero, precisamente, ya que nadie daba importancia a los fotógrafos él puso colarse en cada escena y ser bien recibido. Sus niños son pura vida, ya sean escolares inquietos o pequeñas pillas reñidas por un gendarme.
4. Jacob Jordaens; parece que podamos oír sus balbuceos o sentir el olor del talco, ¿Es una madre con su niño o una sagrada familia? Lo segundo. Este bebé jesusino del artista contemporáneo de Rubens es la viva imagen de un bebé feliz. El pajarito también aporta candidez a la escena. Aquí está presente la pátina delicada y traslúcida propia de los flamencos, concretamente en esta obra, Jordaens utiliza una pincelada más suelta que de costumbre. Así el bebé y sus ropitas parecen ser tan ligeras como su jovencísima piel. Otro buen ejemplo es la utilización de colores vivísimos y pincelada más cerrada para dar vida a su propia hija en el retrato de la familia del pintor que tenemos en el Museo del Prado.
5. Katharine Cooper; ¿Quién es el protagonista la madre o el niño? él asoma bajo el tobogán, con actitud adulta, quiere formar parte de la foto, colarse con todo el derecho. Esta fotógrafa de 36 años es meticulosa en su proceso de revelado y positivado, es lenta, segura, para ella lo importante es la narración que contiene cada imagen. Con su querida Hasselblad 500 ganó en 2013 ganó un importante premio de fotografía francesa por «Les Blancs Africains» su trabajo en imágenes sobre la minoría blanca en sudáfrica, su tierra natal.
6. John Everet Millais; Guardar la compostura es tan importante como perder la con elegancia «Mi primer sermón» y «Mi segundo sermón» muestran a la pequeña Effie, (hija del pintor) durante un servicio religioso en 1863 y 64. Con su capita roja, su sombrerito de pluma y su manguito, la pequeña inglesa es solo una muestra más de la buena mano pictórica de Millais con los rostros juveniles. Él mismo empezó a despuntar con apenas 11 años, «The Child» le llamaban, cuando ingresó en The Royal Academy of Art. ¿Y quién mejor para retratar a un niño que un artista que se sintió eternamente joven? Buscando la sinceridad pictórica carga las tintas con maestría en los colores fetiche de la Escuela Veneciana, rojos, verdes, azules, con inyección extra de violetas y es precisamente con estos tonos fuertes con los que consigue resaltar la inocencia de su modelo.
7. Christopher Anderson; Bestial la imagen de este pequeño, él dentro. La ciudad, la lluvia, el caos y la belleza fuera. Dentro hogar, fuera…quién sabe. Pero él quiere mirar, desde la inocencia de su pijama, él quiere salir. Anderson es miembro de la Agencia Magnum desde 2010 y con premios de reconocido prestigio. Comenzó trabajando el color pero le cautiva el blanco y negro. Sus imágenes entran en nuestra vida a través de Vanity Fair, National Geographic o The Nwe Yorker, a sus 44 años explica que lo que le interesa de la fotografía es la emoción, todo lo que la rodea es mero truco. (su padre era predicador, y esto le conecta con el sermón que durmió a nuestra querida niña)
8. Sir Henry Raeburn; Adolescentes, esos seres enigmáticos que navegan entre la infancia y la primera juventud. Resalta su vigor vital y aunque esta obra pueda resultar academicista, ofrece dos retratos psicológicos a la vez pero situados en planos tan distintos, que cada uno acaba reinando en su propio cuadro, en su atmósfera particular. Raeburn ama la perfección de Rafael y la pincelada libre de Velázquez, lo que le aleja del exceso de pose de retratos de sus contemporáneos como Reynolds. El joven en posición de tiro está concentrado, va a tirar; el chico del fondo espera…espera su turno para despedirse de la niñez.
9. Georges Seurat: Es una tarde ideal para un baño Neoimpresionista a las afueras del París de 1884, y así lo viven dos jóvenes de rosada piel. No parecen reales, sino esquematizados en base a puntos de luz, sin embargo les vemos perfectamente. La ternura está en su naturalidad, están ajenos al espectador y aunque parezcan muñecos son tan reales como tú y yo ahora. Uno de ellos silba, hay un equilibrio lumínico en la obra que nos transmite la placidez de aquella tarde.
10. Staefano Giogli; se centró en retratar adolescentes en su propio hábitat, en su habitación, con luz natural y sin atrezo, sólo retratando qué suelen hacer cuando nadie les ve. Para Giogli es emocionante cómo en este espacio los chicos son ellos mismos y esa actitud de recogimiento y libertad aporta la naturalidad que contienen sus imágenes. Y es que cuando estás en tu habitación estás en tu reino. ¿Verdad?
No hay en el mundo nada como la sonrrisa, los pies y las manos de los niños, los mas agradecidos y los mas puñeteros a la hora de trabajar, pues es un trabajo ponerse de acuerdo con ellos para la foto
Me siguen gustando los niños «Balbi», pero el «bebe» del pajarito es un «amor»,los niños en el colegio muy simpaticos y que decir de la niña de la «capita roja»despierta y dormida
Me fascina la hija de Millais, qué post más bonito!!
Encantador. Diferentes visiones de la niñez, diferentes formas de acercarse a esa fascinante espontaneidad y vitalidad
Juventud! divino tesoro, aunque no somos ya tan niños debemos aprovecharla