¿Tienes un momento? Un momento para tí, para acompañarme en la máquina del tiempo a la Holanda barroca del XVII con Vermeer y al Nueva York del siglo XX con Hopper.
¿Y si los sentamos frente con dos copas de fino Baccarat? Apuesto que se observarían curiosos; El de Delft con cierta picardía hacia Edward en actitud de autopsia. Pero ¿De qué hablarían? ¿De los conflictos navales entre Holanda e Inglaterra, de cine negro o del crack del 29?
Las comparaciones pueden no ser odiosas, al contrario, si se hacen con gracia y buena intención pueden rescatar la lucidez de ambas partes. ¿Qué une y qué separa a estas dos mujeres?
En este confinamiento obligado, existe un hilo conductor, un hilo invisible que nos une a todos estimulando nuestra sensibilidad; El arte, paro más allá incluso del arte, más allá de cada obra que podamos apreciar y compartir; nos une sobre todo la voluntad de hacer de lo cotidiano algo memorable.
Si esta crisis nos enseña algo a cada uno de nosotros, algo íntimo y algo para compartir será mejor que lo anotemos, porque te adelanto que cuando lo releas en un futuro próximo, servirá para recordarte tus fortalezas.
Hoy «Lo bello de la vida a través del arte» escribe sobre los que leen. Sin más te dejo con las obras, y enseguida te doy más claves
“Lectora en azul” Johannes Vermeer de Delft (1644)
«Habitación de Hotel» Edward Hopper (1931)
Dos mujeres leen. La holandesa, refleja en transparentes tonos azules y amarillos, los valores que le reclama su sociedad; El cuidado de los hijos, la organización de la casa y la entrega a las labores femeninas.
Una sociedad en la que la burguesía aflora con apego a las artes y sobre todo a sus distintas aproximaciones al retrato. Con ella están los símbolos del autor del cuadro, el mapa, las delicadas calidades de las telas, podría intuirse la ventana al fondo que asoma al espectador a la bulliciosa actividad de aquella Holanda. Dentro, podemos sentir los sonidos y aromas del hogar, las maderas, las alfombras, y el aroma de las flores.
La mujer americana está lejos del bullicio, conoce de cerca el tren , los modernos medios de comunicación, las máquinas, pero ahora está en silencio.
Ella está sola en esta habitación de hotel e incluso he llegado a imaginar que ella podría ser el único ser humano despierto en la faz de la tierra. No hay hogar, está de paso, la habitación que ocupa poco nos dice de ella, sólo es testigo de unas horas de su vida, y ella parece estar tomando una decisión importante:
¿Irse o quedarse? (Pues Jo, la esposa de Hopper, también artista, decía que lo que lee es una guía de horarios de tren)
Vermeer capta un momento concreto de la vida de su protagonista, pero este instante pertenece en parte a un momento que seguramente se repite en varias ocasiones, recibir y leer una carta.
Hopper aísla al personaje de su historia personal, el momento que contemplamos no se repetirá, es único, por eso es tan crucial.
La mujer de Vermeer habita, la de Hopper está de paso
Dos mujeres leen. En ambas escena es determínate la luz.
En Vermeer esta luz es casi transparente, rebota en la figura femenina para reverberar y expandirse por toda la escena que queda baña de forma luminosa y suave.
En Delft existía una comunidad de pintores, seguidores de Caravaggio, interesados en el estudio de la luz y los efectos que podían producirse en la pintura utilizando las cualidades narrativas y dramáticas de la luz con la técnica del claro- oscuro.
Vermeer usó pigmentos similares a los de sus compatriotas pero los utilizaba con especial sutileza y maestría. La luz de Vermeer no busca drama, sino que aporta placidez
Por el contrario, Hopper utiliza la luz para congelar, su luz refrigera la historia.
Hopper trabaja fuertes contrastes entre la zona oscura y la zona iluminada y los colores no se mezclan, no descansan unos en otros para formar nuevos efectos, son absolutos, y están delimitados entre sí de forma muy marcada, lo que nos aproxima a las propias contradicciones interiores que está viviendo su protagonista.
Dos mujeres leen. Ninguna de las dos representa a priori un modelo establecido de virtud pero sí nos presentan un modelo de mujer de su tiempo.
La de Vermeer parece estar esperando un hijo, la de Hopper podría estar huyendo de alguien
En la mujer de Vermeer hay ensimismamiento, a la de Hopper parece que el alma le pesa
La de Vermeer está sutilmente definida, la de Hopper es pictóricamente más sólida, como si fuese un maniquí. Ninguna de las dos nos mira, no estamos, pero tienen contacto con el exterior a través de sus lecturas.
Tanto en Vermeer como en Hopper hay silencio, cierta meditación. Vermeer crea un ambiente poético. En Hopper el aire es plomizo, algo desolador e incluso veladamente violento, ya que la habitación describe puntiagudos ángulos. Esto transfiere a la habitación de Hopper una particular belleza que se aviva con la sensación de un peligro que acecha difícil de describir.
Dos mujeres leen. ¿Cuál será su próximo paso?
Hopper actúa como un mirón secreto. Vermeer parece que llega, retrata y se marcha. Ambos dejan al espectador la misión de completar las historias de estos dos cuadros, de poner el siguiente escenario para sus protagonistas.
Mientras que Vermeer refleja lo que para él da valor a su sociedad, aunque en ocasiones refleja también las vanidades de sus coetáneos; Hopper marca la soledad «made in América» frente al sueño americano de musicales y neones, aunque hay muchas obras de Hopper en la que esa soledad está cargada de nostalgia no de desolación.
Dos mujeres leen, la de Vermeer es suave, la mujer es dura en sus formas y algo andrógina. Como si hubiese tomado prestados cánones estéticos de tiempos futuros.
Pero estas dos mujeres tienen algo en común; Solo podemos imaginar sus sentimientos a través de sus rostros.
La lectora de Vermeer está tan embebida en su carta que es obvio que la esperaba, y que busca encontrar en ella una buena noticia, una certeza.
La lectora de Hopper está manteniendo una conversación interior.
Cuando visité Delft , desde la torre de su iglesia esperaba ver el alegre fantasma de Vermeer cruzar la plaza, ejerciendo su tarea de marchante de arte, además de la de pintor.
Una de las veces que estuve en Nueva York visité en Nyack la casa natal de Hopper y los escenarios reales que formaron parte de su vida. Una experiencia que sin duda repetiré. Allí entendí de forma sencilla cómo Hopper entiende y trabaja la luz, observando lo que él observó desde niño.
Tanto en Hopper como en Vermeer, hay una fascinación por exponer la intimidad de sus personajes, pero si te fijas, también los protegen; Pues nunca nos los entregan del todo.
Un abrazo desde El faro de Hopper
Si quieres recorrer los lugares que marcaron la vida y la obra de Edward Hopper pincha aquí,
Es muy bueno Leti…………nunca se me hubiese ocurrido comparar estos dos pintores que por cierto están entre mis favoritos, desde el punto de vista de sus mujeres, hay un aspecto que tocas y que para mi es importante, la mujer de Hooper da impresión de soledad, provisionalidad, transito,no parece que haya nadie esperándola……La mujer de Veemer es todo lo contrario,casi puedes ver los niños tirándole de la falda…….la sensación es de estabilidad, es un cuadro acogedor , familiar. el de Hooper da como frío.
Felicidades Leti, sigue sorprendiéndonos…….!
Parece que en vez de tres siglos esta mujeres estén separadas por dos galaxias. Cuantos cambios sociales y humanos de aquella Holanda a aquella América. Gracias por tu siempre atenta mirada. Me alegro que este formato sea interesante y atractivo, creo que las comparaciones nos ayudan a todos a ampliar nuestra visión. Gran Abrazo!
Gracias Leticia!, me ha encantado tu análisis y también he encontrado sorprendente la comparación.
Utilizas muy acertadamente el contraste entre ambos artistas y obras, porque sirve como hilo conductor de la composición, formas, tratamiento de la luz, gestos, ánimo, sociedad, etc.
Y estos elementos toman especial valor porque destacan en la comparación. Y pasan de ser meros accesorios a convertirse en protagonistas de la historia que veladamente cuentan.
Un abrazo!
Es el misterio de la pintura, de la escultura u otras formas de arte, que encierran símbolos y respuesta que una veces expresan el momento en el que fueron creados o su rebeldía hacia el. En este sentido es maravillosa la obra de Everet Millais y W. Helmunt Hunt (Inglaterra Victoriana), porque sus tratamiento de los temas sociales de su época desde un punto de vista de realismo simbólico y rebeldía son una maravilla que entra por los ojos y se queda en el pensamiento. Espero en otoño escribir un artículo original sobre ellos haciendo fuerza en esta idea. Gracias por seguir el Faro, Un Abrazo!
Genial! siempre me fascino lo similares que son la atmosferas solitarias de Vermeer y Hopper. Muy interesante
Me encantan y fascinan estás relaciones intertemporales y esta confrontación de dos contextos históricos que aparentemente reflejan realidades sino análogas sí que rezuman familiaridad en la manifestación de comportamientos aunque la distancia de los entornos sea casi sideral. Me ayuda por otra parte a aprender a jugar con la flexibilidad que permite el Arte más allá de los Estilos históricos y las categorizaciones. Muchas gracias por está transparente y maravillosa exposición Leticia. Siento haberla leído casi dos años despues! jeje
Nunca es tarde para subirse al faro aquí siempre podemos explorar y disfrutar, gracias por tu tiempo Nacho
Me ha encantado la comparación de las dos mujeres… Después de todo. . No hemos cambiado tanto
Así es, no hemos cambiado tanto!