Las «muletillas» son parte del lenguaje cotidiano. Cuando digo algo que para mí es vital suelo terminar la frase con un «yo creo..» y cuando hago una propuesta con un «¿Te parece?». Soy de muletillas de cierre. Otros las tienen de inicio, «Y digo yo…»
El petit problem, comienza cuando quienes las usan son líderes de opinión (Periodistas, Directores de Comunicación o personalidades empresariales y culturales) La comunicación es mi trabajo y me fijo en cómo se expresan las personas con la misma intensidad que un diseñador de moda observa las telas o un fotógrafo la luz.
¿SABEMOS decir lo que QUEREMOS decir?, o más sencillo ¿Nos expresamos con claridad? hay una delgada línea que separa el utilizar las palabras del dejarse ahogar por ellas.
Para empezar, si nuestras palabras no son cojas ¿Por qué les ponemos muletillas? A veces pueden servir para reforzar la cercanía entre interlocutores, pero en general lo único que hacen es restar intensidad al mensaje, ¡Al grano!
«¿Crees tú que, de alguna manera, tu experiencia en la India influyó, consciente o inconscientemente, en esta tu primera novela?- …bufff, ¡Qué viaje tan largo!
Segundo intento: ¿Tu primera novela refleja tu experiencia en la India?…mejor, gracias.
No se trata de resumir sin criterio, las explicaciones aportan pero las muletillas NO. Propongo utilizar una pausa, el silencio sin más, para luego pasar al siguiente argumento. ¿No?, este NO lo digo a propósito, pues es mi más odiada muletilla…
«Todos estamos implicados en la difusión de la lectura y sabemos que es importante, no?»…
¿Si, o no? ¿En qué quedamos?
segundo intento:«Todos nos implicamos en la difusión de la lectura» (silencio), «pues sabemos que es importante»…Gracias, mucho mejor
También es interesante detenernos en la rotundidad de las afirmaciones que cada día nos sobrevuelan. Incluyo la pétrea frase hecha: «Como yo siempre he dicho»
¿Desde cuando lo dices? y ¿Si lo has dicho tantas veces por qué lo repites una vez más? parece algo cómico, pero esta expresión toma protagonismo en tertulias y debates. Se utiliza para dar a entender que el que habla cuenta con experiencia reiterada sobre un tema concreto y que, como mosca cojonera, ha estado advirtiendo a la humanidad de los peligros que se cernían sobre ella. Veamos:
«Como yo siempre he dicho…no se puede confiar en los bancos»
¡Dios Mio! ¿En ninguno? ¿Entonces te han estafado reiteradamente varios bancos? ¿Dejo este post y salgo corriendo a retirar todo mi dinero?
Esto asusta y provoca que encontremos ridículo a quién lo dice, a no ser que esté de broma.
A ver así:
«El panorama actual nos indica que no debemos confiar ciegamente en los Bancos»
Bueno, ya estoy más tranquila, porque ciegamente no se puede confiar en casi nada
En el ámbito de las presentaciones en público es donde, extrañamente, más locuras lingüísticas y semánticas se observan. Esto no debería suceder ya que el contenido y entorno de una presentación, ya sea a un cliente, a un socio o a un grupo social, se prepara minuciosamente y es posible gracias al trabajo de muchos profesionales. Entonces, ¿Por qué no siempre se utiliza un lenguaje claro y eficaz?
En el área de la Comunicación Corporativa se realiza trabajo exhaustivo por la experimentación y divulgación de nuevas formas de comunicar, creativas, amenas y correctas. Sin embargo, por suerte para nosotros, queda mucho por hacer. Todos los implicados podemos contribuir a mejorar el uso del lenguaje, para que las palabras ganen impulso y nos lleven más lejos.
En 2011, antes de la importante presentación de una compañía inglesa con sede en España, pregunté al Brand Manager de la marca principal del grupo.
– ¿Has ensayado la intervención que preparamos?
-Nooooo- Me dijo convencido
– Prefiero salirme del guión, ser natural y hablarles sin rodeos
¿Sin rodeos? …Mientras el Indiana Jones del verbo buscaba su Santo Grial pensé que no había muletilla que no hubiese utilizado. Mientras se ahorcaba con la soga de su improvisación observé como el auditorio, (españoles, ingleses y japoneses) buscaban bajo sus asientos palabras sencillas, palabras que pudiesen entender.Por suerte el segundo ponente tejió con tranquilidad la bandera de la claridad para hacerla ondear en nombre de la compañía.
Ambos aprendimos, Indiana y yo. Él a seguir con su magnífico trabajo como Brand pero a dejarse aconsejar por los consultores de comunicación contratados, y yo a no permitir, bajo ningún concepto, dejar que un cliente salga a la arena en modo «improvisación».
Los profesionales de la comunicación no debemos tener miedo a decir NO.
No ante la improvisación sin sentido. Porque nuestro asesorado o cliente seguramente es un gran diseñador, o abogado, o científico pero si hablar en público no es lo suyo nunca debe improvisar, sino preparar su ponencia para luego darle un toque personal. ¿Trampa? ¡ de eso nada! ¿O es que un cirujano se estrena en un trasplante de alto riesgo o un niño que aprende a nadar cruza el estrecho en su primera salida al mar?
Comparto esta reflexión. No siempre es fácil hacernos entender, ¿verdad? ni en el ámbito profesional ni en el personal. Pero, si tú eres tus actos, también eres tus palabras. Usémoslas con estrategia y sumo respeto, yo la primera, ¿Os parece? …jajaja
Jajajaja, muy bueno…. Me ha encantado Faro, muy claro.
Una de las muletillas mas odiosas que parece que se ha puesto de moda y la gente usa sin medida es el » vale» ,en afirmativo en negativo y en interrogativo. nada mas empezar a hablar ya te sueltan el vale, » Estamos aquí, vale?….. seguimos a la derecha vale?………y pueden seguir introduciendo un vale en cada frase indefinidamente …………da pena escuchar a nuestros políticos , periodistas, presentadores e incluso profesores hablar un ESPAÑOL de tan baja calidad.
Los que trabajáis en temas de comunicación tenéis una oportunidad de oro para poner de moda el hablar bien…….tenemos un idioma precioso que estamos destrozando entre todos.
Gracias por tu reflexión Pilar, efectivamente no podemos permitir que un idioma tan rico y completo pierda brillo.